Sàt-wà-dee!!!
Esta vez teníamos un trayecto de 14 horas en un autobús local para ir desde Udomxai a Phongsalí, lugar dónde teníamos planeado hacer un trekking para conocer alguna de las tribus del norte de Laos.
Lo que nadie nos dijo es que los buses locales hacen mil paradas durante el recorrido y que jamás cumplen el horario establecido. Si el conductor tiene que comprar algo en alguna tienda para y lo compra, si el conductor se encuentra a algún amigo a medio camino para y lo saluda... Tampoco hay que olvidar la puesta a punto previa al viaje: cuando todos los pasajeros ya han subido al autobús se va a una gasolinera a llenar el depósito, y después a un taller para hacer un chequeo de ruedas y todo en general. Esta vez tuvieron que cambiar una rueda. Y lo mejor son las paradas cada hora y media para que los pasajeros meen, porque los laosianos mean y mucho. Cuando el autobús para salen todos en estampida, hombres, mujeres y niños y se adjudican un matorral en el que hacer lo que necesiten. Es muy gracioso.
Pero a todas estas paradas había que sumarle otra: a medio camino nos encontramos un camión que había quedado atrapado en el barro y a punto de desprenderse por la cuneta, con un montón de gente alrededor quitando barro para intentar sacarlo.
Así que como no, el autobús paró y nos bajamos todos. Una amiga y yo nos sentamos a esperar.
Finalmente otro camión tiró de él y pudieron sacarlo.
Finalmente llegamos sanos y salvos a Phongsali que, dicho sea de paso, no tiene mucho encanto. Es la zona más al norte de Laos donde la influencia China es notoria. La verdad es que no encontramos mucho que hacer a parte de trekkings con guías, nos pareció un lugar aburrido. Aunque su localización en lo alto de las montañas, muchas veces por encima de las nubes, lo convierte para muchos en un sitio especial.
Contratamos un trekking de dos días junto a un chico alemán, un matrimonio francés, un apareja suiza y una chica francesa. Teníamos muchas ganas de hacerlo, muchos recomendaban subir a esta zona del norte de Laos para hacer los trekking, pero creo que esta vez el turismo volvió a jugarnos una mala pasada.
El trekking que contratamos consistía en:
El primer día caminar durante 6 horas por la jungla hasta llegar a un poblado de una tribu Akha al que sólo se llegaba andando, y pasar la noche en una cabaña con ellos para conocer sus costumbres y su día a día.
El segundo día, después del desayuno, iríamos con ellos a pescar al río y a los campos de cultivo de las colinas del alrededor para recoger algunas plantas y vegetales. Luego cocinaríamos y comeríamos juntos. Tras el reposo de la comida, dos horas y media más de camino hasta llegar a una carretera, donde pasaría un autobús que nos llevaría a casa. Para ello contábamos con la ayuda de dos guías.
A las 08:30 nos pusimos en marcha. Habíamos quedado con los dos guías en un pueblo cercano, pero finalmente sólo se presentó uno de ellos. No sabemos el motivo pero el otro guía que habíamos pagado no apareció, aunque sinceramente tampoco era necesario.
El día empezó con niebla…
Caminamos por la jungla, paramos para comer y seguimos caminando.
Tras 6 horas entre resbalones en el barro y arañas enormes llegamos a un poblado.
No tardamos en darnos cuenta que no era la aldea Akha que íbamos buscando, ya que la primera persona que vimos era una chica en tejanos y hablando por el móvil que ni tan solo nos miró. Resultó que íbamos a dormir ahí y no con la tribu, y el motivo era porque éramos demasiados.
El resto de la gente del poblado tampoco se mostró nada receptiva a nuestra llegada. De hecho nos costó arrancar algún saludo de los niños y ni imaginar el de un adulto, ni siquiera una sonrisa. Supongo que, aunque la mayor parte del dinero que pagamos (que para ser Laos no era poco) iba directamente a la gente del poblado, o al menos eso nos vendieron, deben estar más que hartos de recibir turistas que vienen a tomar fotografías sin tener en cuenta el momento en el que sobrepasan la línea de lo indiscreto.
Las parabólicas también estaban presentes.
Lo que más abunda son niños y animales corriendo por todas partes.
Y esta era nuestra cabaña, situada en el centro neurálgico del poblado:
La cocina con el fuego siempre encendido:
Y este era nuestro dormitorio:
Nos sentamos a descansar y, al quitarnos las botas, descubrimos que cinco de los ocho que éramos estábamos llenos de picadas de sanguijuelas, incluso alguno aún tenía alguna enganchada. Mama estate tranquila, ¡nosotros no teníamos ni una!!
Tras un descanso fuimos a visitar otra aldea cercana, representaba que ésta sí era una tribu auténtica donde todavía vestían de forma tradicional. Al llegar las mujeres del pueblo vinieron a saludarnos. Sí es cierto que todas llevaban su vestido típico de allí, pero la sensación que nos dio es que eran un escaparate para poder vendernos todo lo que traían. Las sensaciones no fueron para nada positivas.
Como yo me había dejado el dinero en la cabaña fue fácil que no me agobiaran con pulseritas y collares, así que nos dedicamos a jugar con los niños y hacer algunas fotos.
A la mañana siguiente, después de desayunar, fuimos a pescar.
Resulto que el único que nos acompañaba a pescar era el guía.
Tras unas lecciones Iván hizo algún intento, aunque puso todo su empeño no logró pescar nada más que alguna hoja seca y unas piedrecillas. Aunque no podréis negar que tiene estilo.
Resultó que lo de recolectar los vegetales para hacer la comida, cocinar y comer con la gente de la tribu era solo texto que habían puesto en el papel explicativo supongo para rellenar, ya que no hicimos nada de eso.
Tras la pesca recogimos las cosas y caminamos unas 3 horas de camino a la parada de bus que nos llevaría al hotel.
Nos encontramos con un grupo de niños que salía de la escuela camino a casa y, como siempre, no dudaron en acompañarnos.
A uno de ellos se le desataron los cordones y me agaché a ayudarlo. Los otros niños estaban alucinados.
Nos sentíamos algo engañados, no importa que el trekking sea más o menos difícil, pero si te venden una cosa deben dártelo tal y como te lo han ofrecido, y no darte 4 cosas y esperar que te conformes, como un turista más que ya has pasado por caja.
Cogimos el autobús y al llegar, Iván y yo fuimos directos a la oficina de turismo. Nos ofrecían parte del dinero que habíamos pagado por nuestras quejas, que obviamente no aceptamos. Lo único que queríamos era que intentaran respetar un poco más al siguiente turista, que al fin y al cabo no sólo somos dinero.
El trekking por la jungla estuvo bien y dormir en esa cabaña también, pero cualquiera que esté un poco acostumbrado a salir a andar un poco por la montaña no le parecería nada fuera de lo normal. Y lo que hace un año no era tan turístico ahora ya se ha explotado un poco más, y los trekking en Phongsali están a la orden del día.
Si podemos intentaremos hacer otro en Camboya para poder comparar. Por el momento ahora debemos bajar el río, lo que nos llevará dos días de viaje.