jueves, 10 de noviembre de 2011

Laos – VIENTIANE





Sà-wàt-dee!!!

Ya estamos en Laos. Usamos el puente de la amistad para cruzar de Nong Khai (Tailandia) a Vientiane (Laos). Cruzar la frontera y hacernos el visado fue muy rápido y fácil, se nota que lo hacen a menudo.



Aquí me tenéis con la frontera a mis espaldas, ya montados en un tuc-tuc que nos llevaría a la guesthouse.

Habíamos leído que Vientiane es la capital más tranquila del mundo, y seguramente también la más pequeña. En efecto, jamás dirías que es la capital de un país.

Tras dejar las mochilas en la guesthouse fuimos a dar una vuelta de reconocimiento por la ciudad. Pero antes había que comer algo, y una sopa de noodels siempre apetece.


En una hora escasa nos encontramos andando fuera de lo que sería el centro de la ciudad, y llegamos a los barrios donde las cabañas se mezclan con los bares y restaurantes más alternativos. En la misma orilla del Mekong encontramos a unos niños que estaban bañándose en el río.



Tras jugar un rato y hacernos unas fotos decidieron acompañarnos en nuestro paseo.

   

Al día siguiente decidimos alquilar unas bicis y hacer la ruta que recomienda la guía. En una sola mañana ya habíamos visto todo lo que hay que ver en Vientiane. Como veis sigo con los pantalones cortos ;)

 
Así que decidimos salirnos de la ruta marcada para poder ver lo que en su día pretendió ser una copia de los campos Elíseos. 


Antes de llegar a Laos no sabíamos que fue una colonia de Francia, y pueden encontrarse cosas inverosímiles como pan en los mercados, gente mayor que chapurrea francés… pero reproducir L’Arc de Triomphe no es tarea fácil.


De lejos y en las fotos aún parece bonito, pero la verdad es que de cerca te das cuenta que no es más que un enorme bloque de cemento con algo de formas en la parte superior.

 
Y adornándolo con un poco de agua de la fuente también da el pego.


Y como nos venía pasando a menudo en la India, unas chicas me pidieron si podía hacerme una foto con ellas. Lo raro es que nos pasara en Laos ¿Os imagináis en las ramblas pidiéndole a un guiri si os podéis hacer una foto con él?


Decidimos pedalear un poco más, tan sólo 2 km hasta llegar hasta el monumento nacional más importante de Vientiane y de todo Laos: Pha That Luang. La verdad es que en esta capital todo es muy modesto, palabras como espectacular o impresionante no sirven para definirlo, pero sí tiene su encanto.


Antes entramos a uno de los templos de su alrededor.


Encontramos unas mujeres que estaban cocinando una especie de membrillo que luego envolvían en una hoja de platanero. Al ver lo interesados que estábamos nos ofrecieron un trozo. Como no decimos que no a nada, lo probamos y resultó que estaba buenísimo.


Para acabar con la visita entramos en la gran estupa. Los creyentes dan una vuelta a su alrededor mientras rezan y sostienen en su mano unos palos de incienso encendido. 


Nosotros nos limitamos a descansar y verlos a ellos.


La verdad es que Vientiane fue una parada obligada para nosotros, pero quizás no merece la pena acercarse a propósito a verla, hay otros sitios preciosos en Laos para ver.

Lo divertido de nuestra visita a la capital fueron las dos noches que pasamos allí. Salimos a tomar algo la primera noche y en una terraza conocimos  a un chico finlandés, Pää, que junto a su novia lleva más de un año viajando por el sudeste asiático y Australia. Ella llevaba dos días enferma y lo único que podía hacer era dormir, así que él decidió ir a tomarse algo. Estábamos sentados los tres, cuando se sentó en nuestra mesa una chica laosiana con una botella de vodka medio vacía. No hablaba nada de inglés, de hecho no hablaba, tan solo se reía y emitía algún sonido.

La pobre era feísima, lo único que logramos entender fue que se llamaba Lao, y resulta que lao lao significa estar borracho. Estuvo con nosotros toda la noche y no paró de beber y fumar. Deducimos que estaba intentando conseguir pasar la noche con el chico finlandés, aunque no tubo mucho éxito. Lo único que sacó de nosotros fueron unos cigarros, unas risas y una sopa de noodles. La pobre era muy delgadita y había bebido demasiado sin cenar nada, así que le invitamos a cenar.

Lo fuerte fue cuando a la noche siguiente la vimos venir otra vez a sentarse con nosotros. Pero esta vez quería usar todas sus armas de mujer y se había puesto un vestido sexy.

Llegué a sentirme celosa cuando se puso tan cerca de Iván, jeje



Aquí la tenéis posando. Nos hizo pasar dos grandes noches, aunque el físico no fuera su fuerte, era muy simpática.


Gracias Lao por hacer que nuestra visita a Vientiane fuese tan divertida!

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