jueves, 8 de diciembre de 2011

Camboya- SIEM REAP


Sua s’dei !!!

Tras un mes disfrutando de Laos, era el momento de decirle adiós para descubrir otro nuevo país: Camboya.

Tras un viaje de tres horas en autobús, llegamos a la frontera. El punto que usamos para cruzar en realidad no llega a ser un paso fronterizo como imaginamos. Actualmente es un edificio en construcción, así que para cruzar simplemente hay que bajar del autobús, caminar para pasar por debajo de una valla (que controla un policía desde su caseta, pero que no se molesta en subir ni bajar) y montarse en un autobús que te espera en el otro lado de la frontera.


Nuestra primera parada en Camboya era Siem Reap, lugar donde se encuentran los mundialmente conocidos templos de Angkor, y donde se han filmado muchas películas como Tomb Raider o Indiana Jones.


Para llegar debíamos recorrer un trayecto de 10 horas. Aquí el paisaje es muy distinto a Laos, todo está lleno de grandes extensiones de terreno con plantaciones de arroz y alguna que otra palmera que anima el paisaje.


Otra cosa muy curiosa y graciosa es la moda pijama. Ya lo habíamos visto en Laos, pero aquí es exagerado. Hay muchísimas mujeres que llevan el pijama a todas horas, estén dónde estén y hagan lo que hagan.



Y los modelitos pijameros no tienen desperdicio, nos hemos dado cuenta que los que más les gustan son los modelos con dibujos de Mikey Mouse y Minnie.




La gente aquí es muy simpática. Llegamos aquí con una imagen muy mala de los camboyanos, por cometarios que nos habían hecho otros viajeros, pero nos sorprendimos al ver la hospitalidad y lo risueños que son. Es cierto que en ciertos puntos turísticos muchos te ven como un billete de 1$ y no como una persona, pero siendo consciente de ello no hay ningún problema.

Nuestro viaje a Siem Reap se basó en ver todos los templos que pudimos en 3 días y dedicar otro a perdernos por los alrededores.

Empezamos por el más famoso: Ta Prohm, la puerta famosa que aparece en la película de Tomb Raider. 


No pude evitar hacer el payaso y salté la vaya que protege la puerta. Supongo que la han puesto porque son muchos como yo los flipados que quieren hacerse la foto. Pero había llegado hasta allí y no podía quedarme con las ganas… además mi hermano me había pedido esta foto!!!



El templo es precioso, sobre todo por las inmensas raíces de los árboles que literalmente se han comido las paredes del templo.



Sin duda, para mi fue el templo que más me gustó de todos los que vimos. Llegamos allí a las 7 de la mañana, estábamos prácticamente solos en medio de la selva y eso le dio mucho encanto al templo.




El siguiente templo que visitamos fue Bean Malea, donde se rodó la última película de Indiana Jones. Está prácticamente destrozado, sobre todo también por los árboles, y por eso te permiten escalar por sus ruinas.




Éste fue el templo preferido de Iván, en parte porque se subió a todo lo que encontró.



También tuvo tiempo de enseñar a una turista china fashion cómo escalar por las raíces.


Yo también hice algún intento…


Como en casi todos los templos, siempre hay algún monje paseando o descansando (en este caso más bien novicio). 



Bean Malea es uno de los templos más alejados y tuvimos que ir en Tuc-tuc. Al volver le pedimos a Tuong (el conductor) que nos llevara a comer a algún sitio de comida típica Khmer (camboyana) sin turistas, a cambio le invitamos a comer. Acabamos en un mercado comiendo cosas indescriptibles pero buenísimas.


También nos descubrió unos zumos que hacen con caña de azúcar, son deliciosos. Para sacar el zumo, exprimen con esta máquina las cañas.


Visitamos 3 templos más: Angkor Wat, Bayon y Preah Khan:










Todo esto intentamos hacerlo en bicicleta ya que en el hostal en el que estábamos eran gratis. Con lo cual, los dos días que quisimos ir a ver la salida del sol a los templos, tuvimos que levantarnos a las 4 de la mañana y pedalear durante 30 minutos hasta los templos. No fue un pedaleo relajado en modo paseo, sino bastante rápido, sólo falta que te levantes alas 4 de la mañana y que encima te pierdas la salida del sol.

Pero el madrugón merece la pena.


Cualquiera podría pensar que, levantándonos a esas horas íbamos a estar solos… Esto es lo que se veía desde nuestra posición:


Y esto es lo que había en nuestra posición:


Eso sí, los únicos matados que íbamos en bici para ahorrarse el tuc-tuc éramos nosotros.

Para la puesta de sol también fuimos a un sitio que nos habían definido como espectacular. 


Era muy bonito, pero la cantidad de gente que ahí se reunía te impedía disfrutarlo.


Incluso algunos monjes no quisieron perderse las vistas...


El día que quisimos descansar de templos, decidimos ir en busca de un lago muy frecuentado por la gente local. Nunca encontramos ese lago, de hecho resultó que nos dirigimos en dirección contraria. Pero pedaleando llegamos a un tranquilo poblado que, como siempre, al igual que en Laos, estaba lleno de niños encantados de pasar un rato contigo.


Me enseñaron a pescar con caña.



Y nos hicieron un recital de canciones que no pudimos evitar grabar e vídeo.


No os podéis ni imaginar la ilusión que les hacía luego verse ellos mismos en el vídeo.


Nuestra estancia en Siem Reap había acabado. Compramos los billetes de autobús con destino Sihanoukville para la mañana siguiente. Pero antes nos fuimos a cenar con el chico de la agencia de viajes, un chaval encantador de 20 años que quería hablar un poco en inglés.


La cena fue un pelín estresante. Rogka, además de estar estudiando en la universidad, está al cargo de las 3 agencias de viajes que tiene su hermana mayor en Siem Reap, así que se pasó la noche atendiendo a 3 móviles y un walki-talkie!! Eso sí, nos llevó a comer unos amoks (pasta de pescado fermentada) que estaban para chuparse los dedos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario