Sàt-wà-dee!!!
Era el momento de poner rumbo hacia el sur de Laos. Para empezar, íbamos a pasar unos días bajando el río Nam Ou. En el descenso hay una parada obligatoria en un pueblo llamado Muang Khua, había que pasar ahí la noche y continuar el descenso a la mañana siguiente.
Además, nosotros queríamos hacer otra parada de al menos dos días en un pequeño pueblo llamado Muang Ngoi Neua, al que sólo se puede acceder en barca. No tiene ningún tipo de conexión a Internet y sólo hay electricidad de 6 de la tarde a 10 de la noche.
El primer traslado consistía en un bus local, un paseo en el que en 3 horas descendimos más de mil metros. El bus nos dejaría en Hat Sa, pueblo donde subiríamos a la barca para iniciar el descenso.
En estos autobuses, además de personas por todos los rincones, cabe lo que sea.
En estos autobuses, además de personas por todos los rincones, cabe lo que sea.
Tras un trayecto movidito debido a lo embarrado que estaba el camino, llegamos al embarcadero.
Como podéis ver (abajo a la derecha) en esas barcas se carga todo tipo de mercancía.
Cargamos también nuestras mochilas y pusimos rumbo a Muang Khua.
El trayecto es muy bonito, con el río ladeando entre montañas.
A cada orilla siempre encuentras algo que observar: gente descansando, poblados, animales…
Hicimos la parada reglamentaria de una noche en Muang Khua. No hay mucho que contar de ahí, a parte de que me robaron las chanclas que había estado usando cada uno de los 6 meses que llevaba fuera de casa.
Hay que decir que en cuanto me percaté se lo dije a la dueña del hotel, se pasó unos 10 minutos buscando y, como no las encontró, abrió un armario y me sacó unas de un número menor al mío, pero estaban nuevas y eran cómodas, así que no lo dude: ¡meeeee lo llevo!
Muang Khua tiene un puente colgante que separa la parte más turística de lo que sería el auténtico pueblo. El puente no está en sus mejores condiciones, pero eso no impide a los laosianos cruzarlo en moto o en lo que haga falta.
Solo cruzar el puente podías comprobar que llegabas a lo que era el pueblo de toda la vida, y si no, había un cartel que te recordaba donde estabas.
Como no, las antenas parabólicas multiuso, un clásico en Laos.
De la escuela nos gustó el tobogán y las canastas de básquet. El que no tiene un parque es porque no quiere.
A la mañana siguiente continuábamos el descenso para hacer nuestra segunda parada en Muang Ngoi Neua. Era el momento de las despedidas. El mismo grupo con el que habíamos hecho el trekking estaba haciendo el descenso con nosotros, pero sólo dos harían esta parada, el resto cogía otro barco que les bajaba directo.
Foto de grupo para el recuerdo.
Continuamos nuestra bajada con unos paisajes muy espectaculares.
En tres horas llegamos a Muang Ngoi Neua. Con sólo echar un vistazo a los paisajes supimos que era lo que estábamos buscando para unos días de descanso.
Aunque es un pueblo pequeñito y son varios los turistas que deciden pasar unos días, nos costó mucho encontrarnos con alguien occidental; en realidad parece que estas solo con la gente local, caminando por sus calles o visitando sus cuevas y montañas.
Dedicamos los días a descansar tumbados en una hamaca…
a escribir el blog…
a subir a las colinas de alrededor para poder tener vistas espectaculares…
y a inspeccionar todos los rincones para encontrar cuevas inmensas…
En una de ellas Iván y Martin, el chico alemán que también hizo el trekking con nosotros, incluso pudieron nadar buscando pasillos entre canales, yo era la que se quedaba con los trastos esperando… demasiado inhóspito para mí.
Sólo pudimos pasar dos días allí porque íbamos apretados de tiempo (el visado de turista en Laos es de sólo un mes), pero es un gran sitio para tomarse un descanso de cuatro o cinco días.
Nuestro recorrido finalizó con una hora más en barca hasta Nong Khiaw, pero aún nos quedaba un largo camino hasta llegar al apacible sur de Laos.
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