sábado, 31 de diciembre de 2011

Camboya- KAMPOT, KEP y PHNOM PENH

KAMPOT

Tras el descanso en la isla, decidimos visitar algunos pueblos costeros de los que nos habían hablado muy bien y dedicar los últimos tres días a visitar la capital antes de volar a Kuala Lumpur.

Así que desde Koh Rong fuimos a Kampot, paramos 1 día en Kep y finalmente llegamos a Phnom Penh.


El primer día que pasamos en Kampot alquilamos una moto y hicimos una ruta para visitar unas cuevas que nos habían recomendado.

El paisaje es increíble y muy distinto al que estábamos acostumbrados a ver en otros países, con explanadas que parecen no tener fin y algunas palmeras que despuntan hacia el cielo.


Al llegar a las cuevas, como pasa en muchos lugares turísticos de estos países, había un grupo de niños preparados para hacerte de guía y pedirte unas monedas al acabar.

 
Les advertimos que no teníamos dinero y no les íbamos apagar nada, aún y así decidieron acompañarnos.


Nos explicaron todo lo que hay que saber sobre las cuevas y acabaron fotografiándose con nosotros.



Cuando acabo la visita nos pidieron si podían venir con nosotros a visitar un lago cercano, así que tras pedir permiso a unas mujeres que estaban sentadas allí si nos los podíamos llevar, nos montamos los 4 en la moto y a disfrutar. Fue una trade genial y extraña a la vez, montados en una moto con dos niños camboyanos que no tenían ningún problema en venir con nosotros.

Cogimos la moto y volvimos a casa…

 
a tiempo para ver la puesta de sol y relajarnos viendo a unos chicos pescar a nuestro lado.





Una de las cosas que más nos gusto de Kampot fu su mercado, un lugar inmenso donde se vende todo tipo de pescado y hay muchas cosas raras y buenas para comer.






Esta mujer habla por el móvil mientras descansa en su hamaca esperando a clientes.

Esta soy yo esperando a que la chica de atrás me hiciera el desayuno.

KEP

El siguiente pueblo que visitamos fue Kep. Un pueblo costero en el que veranea la jet set Camboyana.

Es un pueblo famoso por su marisco, especialmente por sus cangrejos y el mercado donde los venden.
Así que nos dirigimos al mercado del cangrejo. Allí puedes escoger los cangrejos que tienen vivos y metidos en unas jaulas de mimbre dentro del mar. 



Una vez escoges el kilo de cangrejos que quieres comerte, una mujer los mete en una olla de agua hirviendo y en dos horas los tienes listos para comer.


Estaban deliciosos!!!

Volvimos a Kampot para despedirnos y pusimos rumbo a la capital.



PHNOM PENH

Nadie nos había recomendado nada especial que visitar en la capital. Todo el mundo nos dijo que en un par de días estaba más que visitada.

Así que dedicamos nuestros días allí a recorres mercados en busca de los souvenirs y regalos navideños.


En el main market fue donde encontramos la mayoría de las cosas que queríamos llevar a España, es un lugar increíble para comprar regateando.


Puedes encontrar de todo, incluso niños en cestos de la compra.


Una de las visitas indispensables que queríamos ver era el S-21, una antigua escuela que pasó a ser un centro de tortura en 1975 al mando de los Jemeres Rojos. Entre 1975 y 1979 se perpetuaba en Camboya un holocausto que mató a 2 millones de Camboyanos en manos de los Jemeres.

No teníamos ni idea de todo lo que este país sufrió, así que decidimos culturizarnos un poco.

 

La visita fue realmente dura, lo que allí se hizo fueron atrocidades que el resto del mundo desconocía.


El resto de los días que nos quedaban hasta coger nuestro vuelo con destino Kuala Lumpur los pasamos paseando y observando la vida de la capital de Camboya.

Les encanta llevar pijamas, esto ya lo comentamos en alguna otra entrada pero en Phnom Penh es más exagerado.

Hay chicas que hacen la manicura por todos los rincones de la ciudad. Solo necesitan un cliente y un sitio en la calle donde colocar su taburete…


 

Los conductores de bici-taxi echan una cabezadita mientras no tienen clientes…


Los dependientes de las tiendas fúnebres se toman muy en serio su papel de muertos…


Pero sin duda lo que más nos llamó la atención, es la cantidad de gente que sale a la calle a hacer ejercicio a todas horas del día.


 

Por las tardes hay profesores de fitnes que se colocan en la calle con un radiocasete y la gente se une a el hasta formar grandes clases de aeróbic en medio de la calle.


Y en mi tarea por integrarme, me puse con ellos a hacer aeróbic.



Aquí finalizaba nuestro viaje de casi 8 meses, únicamente  nos quedaba coger un avión rumbo Kuala Lumpur, esperar dos días para coger otro avión rumbo Paris y finalmente otro rumbo Barcelona.

Empezamos a tener ganas de ver a la família!!!



lunes, 12 de diciembre de 2011

Camboya- KOH RONG


Sua s’dei !!!

Tras 5 intensos días en bicicleta recorriendo los templos de Angkor, decidimos darnos un descanso y disfrutar de playa por última vez en nuestro viaje.

Intentar encontrar el sitio perfecto fue más fácil de lo que creímos en un principio. Teníamos en mente una de esas islas solitarias con playas de arena blanca y agua azul turquesa, así que iniciamos la búsqueda en Internet: “playas Camboya”… ésta fue la imagen que nos llamó la atención:


Investigando un poco resultó que la playa en cuestión estaba en una isla llamada Koh Rong, que había empezado a darse a conocer hacía pocos meses, en parte a raíz de que un grupo inversor lamentablemente la había comprado enterita para poderla explotar.
(www.kohrong.com.kh)



En ella sólo había un pequeño poblado, o más bien algunas cabañas alrededor de un embarcadero, y 5 guesthouses esparcidas por los 15 km de isla (de punta a punta). Parecía perfecto para poder estar solos en alguna de sus playas.

Ya la habíamos encontrado, ahora sólo había que llegar. Fuimos hasta el pueblo costero de Sihanoukville, donde cogimos un barco que en 3 horas nos dejó en el único embarcadero de todo Koh Rong.



En la isla pasamos 6 días inolvidables, totalmente desconectados: ni Internet, ni televisión, ni teléfono… y con sólo 3 horas de luz al día. Escogimos una cabaña delante de la playa, aislada del resto por unos jardines que te hacían sentir la única persona del lugar.





La cabaña era muy básica, pero la hamaca y el sofá con vistas a la playa la convertían en el alojamiento perfecto. Cuando el sol se ponía volvíamos a la cabaña, ducha fría y a relajarse en la terraza. Iván se adjudicó una hamaca, yo preferí el sofá, más cómodo para escribir el blog.


Cada noche nos entreteníamos viendo cazar a una especie de dragón que vivía en nuestra cabaña junto a su mujer y 5 crías.



Por la noche, aprovechando las pocas horas de electricidad, íbamos al poblado a cenar a un restaurante llevado por una familia local que tenían marisco y pescado fresco. Fresco quiero decir que, cuando llegábamos y le pedíamos que nos enseñase que tenía, iba a su barca y nos traía el pescado vivo para que le diéramos el visto bueno antes de cocinarlo. ¡Por 2€ poco más se puede pedir!





¡Buenísimo!!! Sin duda el mejor restaurante de todo el viaje. También íbamos a desayunar, las mesas en la arena a escasos metros del agua eran idílicas.

 
Estuvimos en playas prácticamente desiertas…


 salvo en algún caso en el que había algún bañista mirón.


Uno de los días cruzamos la isla por en medio de la selva para llegar a la playa más apartada del embarcadero. No fue tarea fácil, hubo que saltar rocas, colgarse de lianas y apartar todo tipo de vegetación…


 
Pero mereció mucho la pena. La verdad es que no se cómo definir lo que sentí al llegar a la playa, ¿alguna vez habéis tenido 6 km de playa virgen para vosotros solos?

 

Una imagen vale más que mil palabras...











Tras 6 días de relax tuvimos que decir adiós a la isla, contentos por haberla encontrado y disfrutado, pero tristes por no saber cuando sería la próxima vez que podríamos estar en unas playas como estas.