viernes, 24 de febrero de 2012

Welcome to The Gambia

Kotoranta!?!! (“¿Cómo estás?” en Sarahule)

Disculpad el retraso, pero ¡ya estamos de vuelta! O mejor dicho, ¡nos hemos vuelto a ir! jeje! Tras pasar las navidades con la familia, ver a todos los amigos y comer todas las delicias de la dieta mediterránea... hemos emprendido una nueva aventura.

Tras 6 meses en la India y casi 3 viajando por el sudeste asiático, teníamos ganas de un mundo distinto al que habíamos visto en Asia, cambiamos de continente y pusimos rumbo a África. Concretamente estamos en Gambia, en la región de Sandú, en un pueblo del interior llamado Diabugu Batapa.


Hemos venido a parar aquí gracias a una ONG de Santa Coloma llamada “Amics i amigues de Diabugu Batapa”, su página web es www.gambiasantacoloma.org y en facebook los podéis encontrar con el nombre de “Diabugu Batapa”, en ambos lugares se irán colgando fotos puntualmente de nuestro trabajo aquí.

A diferencia de la India, donde nuestra estancia estaba delimitada por un visado de de 6 meses, aquí no tenemos fecha de regreso. Nuestro visado es de 3 meses y pasado este tiempo tramitaremos un permiso de residencia que nos servirá hasta diciembre. Por el momento hay mucho trabajo por hacer aquí, mucha gente con la que colaborar y muchas aventuras por vivir.


Ya ha pasado un mes desde nuestra llegada. Sentimos no haber escrito antes pero necesitábamos aclimatarnos primero a la vida aquí y luego sentarnos a explicarlo un poco todo. ¡A día de hoy podemos decir que ya es casi nuestro tercer hogar!! (por supuesto, el segundo está en Koilakuntla, India).

Dejadnos daros algunos datos para poneros un poco en situación. Gambia es uno de los 20 países con menor índice de desarrollo de todo el mundo, también está entre los 10 más pobres de África. En una lista de 162 países estudiados por la OMS, Gambia se encuentra en la posición 152. Aquí el sueldo mensual de un trabajador medio es de unos 1500 dalasis (35€), mientras que el precio de la gasolina es el mismo que en España. En el pueblo donde estamos no saben lo que es un yogurt, la nocilla, o peor aún, ¡los dibujos animados!

Y para mostraros mejor la realidad de este país, mirad cómo es Diabugu. Seguir leyendo y os sentiréis inmersos en un documental de la 2.


Hay burros por todas partes, los niños los usan para transportar todo tipo de cosas en esas carretillas. Seguro que muchos no sabéis los lloros, rebuznos y demás sonidos que puede emitir un burro, nosotros tampoco antes de venir aquí. Sin pretender exagerar, cuando por las noches los oyes desde la cama parece que estés en medio de Jurassic Park. El día que podamos vamos a grabarlo en vídeo y a colgarlo para demostrarlo.



Aunque ellos no son los únicos animales que hay por aquí, no os imaginéis leones, panteras o jirafas, lo más salvaje que he visto fue un jabalí el primer día que venía hacia Diabugu, esto no es Kenia. Además de burros, el pueblo está también dominado por caballos y ovejas que campan a sus anchas.


En Diabugu viven unas 5200 personas, y diría que unos 5150 son niños (jeje). Están por todas partes, no paran de seguirnos y gritar “TUBABUS, TUBABUS!!!” que significa “BLANCOS, BLANCOS”, somos los únicos que viven aquí.




Les encanta que les hagamos fotos, cuando nos ven por la calle se ponen una mano en la cara y gritan: “PICHU, PICHU” (picture, picture).



 


La mayoría de las viviendas del pueblo son cabañas circulares con el techo de paja. Aunque hay algunas hechas de ladrillos, seguramente gracias al dinero que alguno de los miembros de la familia envía mensualmente desde algún país de Europa.


Por lo que respecta a las calles no son más que montañas de arena de playa difíciles de transitar.



Y la edificación más impresionante y lujosa del pueblo es sin duda la mezquita nueva, con dos torres que presiden el pueblo. La religión predominante (y podría decirse que la única), es la musulmana, y por tanto las mezquitas son el edificio más importante del pueblo.

 
Parece mentira viendo las casas que puedan tener un mezquita de tal magnitud.

Las casas no disponen de agua corriente, así que el pueblo está dotado de varios pozos de donde sacamos el agua para ducharnos y lavar los platos (agua no potable), y fuentes de donde sacamos el agua para beber y cocinar (agua potable).



En Diabugu tampoco existe el cableado eléctrico ni telefónico, los pocos que tienen electricidad en casa es porque disponen de placas solares o generadores que funcionan con gasolina. Eso sí, todo el mundo tiene su teléfono móvil y su linterna para pasear de noche por las calles, aunque a menudo no es necesaria gracias a la luz que proyecta la luna. No os podéis ni imaginar los cielos de los que disfrutamos cada noche, una luna imponente rodeada de infinitas estrellas.

A menudo salimos al banco que tenemos en la plaza de delante de casa para verlo. Eso sí, como siempre, rodeados de niños!!!


Aunque os de la impresión, Diabugu no son sólo cuatro chozas desperdigadas, también hay varios tiendas, un mercadito en el que comprar verduras, un centro médico con una zona de hospitalización (construida por la ONG)...


y dos escuelas: la de primaria...




y la de secundaria:


A las afueras del pueblo hay poca cosa (por no decir nada): llanuras infinitas con algún árbol seco y enorme en el que reposan los buitres carroñeros.




Y este es el pueblo en el que vamos a pasar una buena temporada, ¿entendéis ahora por qué necesitábamos unos días de asentamiento, asimilación y adaptación? Aunque poco a poco nos vayamos sintiendo más cómodos, todavía no soy capaz de llevar todo eso en la cabeza...


Pero la verdad es que no hay nada que podamos asemejar a nuestra vida en Barcelona, en parte esa es un poco la gracia de la aventura, ¿no? Bueno, una cosa sí se le parece bastante: ¡el fútbol! Pero eso mejor os lo explicamos otro día...

Hasta entonces, a disfrutar del buen tiempo en nuestra cabañita que de momento no pasamos de los 35 grados...


E’dagá!!