lunes, 24 de octubre de 2011

DELHI


Namaste!!!!!

Antes de volar hacia Bangkok decidimos pasar 4 días visitando la capital de la India.

Tras 28 horas de tren para completar la ruta Kurnool-Delhi, llegamos a la estación H. Nizamuddin situada al sur de la ciudad.

Para poder buscar hotel en la zona del Main Bazaar (lugar en el que se encuentran los hoteles más baratos) necesitábamos coger un rickshaw. A pesar de las ofertas desorbitadas que os hagan a la puerta de la estación, lo mejor es dirigirse a la zona de prepago, donde los precios están estipulados de antemano según la distancia recorrida.

Llegamos a Main Bazaar, una calle igual de larga que Portal del Ángel, pero llena hasta los topes de indios insistentes, ofreciéndote todo tipo de souvenirs. Tras preguntar en varios lugares, y con el aviso de que no encontraríamos hotel por menos de 600INR, conseguimos una habitación por tan sólo 250INR, por supuesto con agua fría y ventilador. (tenemos un presupuesto que cumplir, jaja).

La visión que teníamos de Delhi era muy distinta a lo que nos encontramos. Todo el mundo que había visitado la ciudad la había definido como: caótica, sucia y muy ruidosa. Para nosotros es una ciudad india, con el caos que ya habíamos vivido en otras partes de la India, pero con la diferencia de que en Delhi había normas y mucha más riqueza de la que esperábamos encontrar. Aunque seguramente no visitamos las zonas más pobres, supongo que nos hemos vuelto un poco indios y nos hemos acostumbrado a su forma de ser ;)

Tras pasar 4 días allí, nos quedamos con la sensación de que la India no es para nada un país pobre, sino un país con muchas desigualdades y con unas diferencias desorbitadas entre el mundo rural y el industrializado. Hemos estado viviendo en un lugar donde la gente va descalza, donde no saben lo que es una tarjeta de crédito, donde muchos niños no saben lo que es el champú. Por el contrario hemos pasado 4 días en una ciudad con parques más grandes y cuidados que muchos de los que tenemos en Barcelona, una línea de metro más moderna que la nuestra y un centro neurálgico con tiendas que igualan o superan los precios que tenemos en España.

Por otro lado también tienen una parte pobre, muy pobre. Así como en la zona donde hemos estado podemos hablar de pobreza, aquí en la ciudad la palabra para definirlo es miseria, mucha miseria.

Son muchos los niños que piden en las estaciones de trenes.


Les compramos un paquete de galletas que se comieron encantados mientras posaban para que les fotografiáramos.



Dando vueltas por la ciudad nos sorprendió que aún y estar acostumbrados a ver  a gente occidental paseando por sus calles, todavía hay gente que le gusta acercarse a saludarte, darte la mano o incluso fotografiarse contigo. Estábamos sentados en una de las murallas que envuelve el fuerte rojo cuando una mujer y su hija se acercaron a saludarme.



Esto abrió la veda para que un grupo de escolares me rodearan sonriéndome y haciéndome preguntas de todo tipo.


Cosas como estas son las que aún siguen alucinándonos en la India.

También pudimos desternillarnos con el sofisticado cableado eléctrico que cubre la ciudad, impidiendo que cualquier objeto volador pueda penetrarlo.


Nos encantan los puestos callejeros que pone la gente en cualquier rincón…


... y también los “bicicletos” (los hemos bautizado nosotros con ese nombre), que hasta ahora no habíamos visto en ningún lugar, son dignos de admirar por el esfuerzo que tienen que hacer pedaleando. Son un medio de transporte más barato que los rickshaws e ideal para visitar la ciudad sin prisas y, sobretodo, cuidando un poco el medio ambiente.


Y por supuesto, es de admirar las diferentes etnias y religiones que conviven en todo el país, como por ejemplo los musulmanes,...


...o los sijs.



Pero con los que más hemos conversado y más divertidos nos parecen: los monjes hinduistas, abandonan todas sus posesiones para pasar su vida peregrinando, pero siempre con una sonrisa en la cara, a veces gracias a alguna sustancia ;) jaja.



Estos los conocimos en el tren camino a Delhi y nos dieron su bendición tanto a Iván como a mí.

La visita a monumentos turísticos no caracterizó nuestro viaje a Delhi. Más que nada queríamos ver el Taj Mahal y dar paseos por las calles de la ciudad. Aquí os dejo algunas de los lugares que sólo visitamos desde fuera.

El Fuerte Rojo (Vieja Delhi)



Y la mezquita Jama Masjid (Vieja Delhi), en la que pasamos un rato descansando camuflados entre los devotos, anque no es nada fácil siendo la única mujer.


También paseamos por Connaught Place, donde puedes encontrar todo tipo de tiendas con las mejores marcas y restaurantes para todos los gustos (tras tanto tiempo sin verlos, los ojos nos hacían chiribitas): Mcdonals, KFC, Domino’s Pizza…

Para el penúltimo día habíamos reservado con anterioridad el tren que nos llevaba a Agra, dónde se encuentra el Taj Mahal. Para no tener problema en cuanto a conseguir billetes “sleeper class” es mejor reservarlo en Internet (www.cleartrip.com/trains), donde puedes elegir la hora de llegada, el tiempo que dura el trayecto (hay trenes que hacen menos paradas que otros) y la clase en la que viajar.

Al llegar a la estación de Agra Cantt hay que coger un rickshaw o un "bicicleto" y pedirle que te lleve a alguna de las entradas del Taj. Según la guía, la entrada este es la de más fácil acceso. Lo que no pone en la guía es que debes comprar tu entrada en una oficina que está a 15 minutos andando de donde nos había dejado el ricksaw. Para poder ir de la entrada a la oficina de los tickets (y al revés!) hay un servicio gratuito de coches lanzadera que va incluido en el precio de la entrada, eso no lo supimos hasta que no llegamos pateando hasta la oficina!!!!

Ojo!!! No se pueden entrar portátiles ni trípodes de cámara, por pequeño que este sea, dentro del Taj, están declarados artefactos susceptibles de crear un atentado. Eso nos costó otro viaje a la oficina, donde están las taquillas.

Una vez con nuestra entrada en la mano y tras dejar toda arma peligrosa en una taquilla, entramos al objetivo de nuestra visita a Delhi.

Entrar en los jardines y empezar a ver la cúpula avivó nuestras espectativas.


Cruzar la muralla que rodea la tumba y verlo a lo lejos nos impresionó.


Y al haberlo tenido delante podemos decir que hasta ahora es una de las cosas hechas por el hombre más bonitas que hemos visto.



Iván me hizo la foto de rigor, y muchas más.







Muy a mi pesar nos despedimos del Taj, de Delhi y de la India para coger un avión rumbo Tailandia. Emprendiendo así nuestro viaje de casi 2 meses y medio por el sudeste asiático.




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